BLOG COMPLEMENTARIO

11 may 2015

3103.- ESTRUCTURA PROCESO DE AUTORREGULACIÓN EMOCIONAL




En este tercer capítulo de esta Sección 31 vamos a comenzar a profundizar en los elementos, factores y parámetros del proceso de Autorregulación Emocional (A.E).

Para ello, vamos a recordar, previamente, el contenido de los dos esquemas sobre los que vamos a trabajar, y que presentamos el pasado día:

 
Si recordamos las imágenes que sugeríamos en el capítulo anterior, y la ficha de trabajo para tratar de recordar aquellas situaciones que nos afectan con cierta frecuencia, o especial intensidad, en nuestro equilibrio emocional, tendríamos situaciones tan variadas como las siguientes:

1.- Alteraciones muy bruscas pero muy momentáneas, como puede ser si nos rompen  -por accidente- un cristal por un balonazo o una piedra

2.- Alteraciones paulatinamente crecientes hasta límites importantes, pero que desaparecen por un hecho cierto, como pueden ser las colas o atascos de tráfico

3.- Alteraciones violentas de tiempo impredecible, o que incluso se demoran posteriormente a la situación propiamente tal, y que atribuimos a actitudes de los demás, como puede ser negociaciones o reclamaciones a través de líneas telefónicas 902

4.- Estados de ánimo depresivos continuados de un pensamiento o situación muy anterior, como si nos sentimos infelices pensando que nadie nos quiere o que nuestra vida no vale nada sin la persona amada que hemos perdido.

5.- Situaciones prolongadas y profundas de desánimo o desesperanza, como las habituales en personas que no encuentran trabajo.

6.- Alteraciones violentas de rabia, odio, o simple crítica respecto a hechos o actitudes de los demás, bien sean familiares o allegados, o terceras personas ajenos a nosotros.

Etc., etc.; pues -como es lógico- son innumerables las situaciones de alteración emocional que pudiéramos poner. Vamos pues a reflexionar, aunque solo sea sobre algunos de estos seis ejemplos, sobre la naturaleza de cada una de estas alteraciones y sus posibilidades de regulación.


En el caso 1) es absolutamente normal la reacción de contrariedad, no sólo por el daño concreto sufrido del cristal roto, sino incluso por el propio susto que probablemente nos haya podido causar el hecho de la rotura. 

Pero construyamos (imaginemos) algunas variaciones a partir de esa situación objetiva inicial


11).- Imaginemos dos situaciones perfectamente diferentes....en relación a los agentes y el entorno: 
  • uno, en el propio jardín, o terreno del propietario afectado, o de un vecino contiguo con el que nos llevamos muy bien, y nuestros hijos y los del vecino; 
  • o, por el contrario, en una zona en que los juegos de pelota están prohibidos, y los que estaban jugando eran un grupo de jóvenes de más de 20 años que cada finde organizan un fiestorro, sin respetar nada. 
Probablemente admitamos con facilidad que la alteración emocional en uno y otro caso sean diferentes; …y -àrtiendo de esa posibilidad- yo os pregunto: ¿la forma de solucionar esas alteraciones “diferentes” hay que pensar que  -precisamente por ello- también serán diferentes?....¿o no?
Como ya he comentado varias veces, este “Curso” está sustentado sobre la experiencia de talleres prácticos, y este carácter no lo voy a perder a lo largo de todos estos capítulos; por tanto, considero que es bueno que deje preguntas en el aire para que cada uno se las conteste, y más adelante veremos cuál es mi respuesta al efecto.

12) Vamos a ver (imaginar) otra posible variación de este caso: 
  •  ¿Sería la misma alteración si además de romperse la ventana con el balón, se hubiese roto un jarrón que teníamos sobre la mesa?; 
  • ¿Sería la misma alteración si es la primera vez que nos pasa, que si ya nos ha pasado otra vez?



13) Y por último, ¿nos alteramos igual si nos pasa eso estando solos, o si hay otras personas con nosotros….. “apoyando”  o  “contraponiéndose”  a nuestra inmediata reacción?



Vamos a pasar por ejemplo al caso 3) de alteraciones ante reclamaciones a través de un 902

31) Primera variación posible: Pensemos en una diferenciación muy clara en las actitudes iniciales o previas al contacto directo con la otra parte: 
  • hay la posibilidad de llamar con un estado tranquilo y de cierta esperanza alegre porque nos van a atender adecuadamente y nos van a resolver el problema,
  • y otras actitudes de llamar ya muy, muy alterados de nuestro equilibrio habitual por estar pensando que (“como siempre”) me va a atender un impresentable, tonto, maleducado, imbécil, inepto, ….que después de tenerme media hora al teléfono no me va a resolver nada.
Todos hemos “sufrido”  “des-atenciones” por parte de los 902 y más de una vez hemos empleado mucho tiempo y a veces no nos han resuelto nada, pero es evidente que la probabilidad de “llegar a perder el control” es mucho mayor según nuestro estado mental previo

32) Como segunda reflexión sobre esta situación, os planteo las siguientes preguntas: ¿qué nos suele afectar más: ?
  • el tiempo que empleamos (“perdemos”); 
  • el dinero que nos cuesta; 
  • el que realmente no nos resuelvan el problema,…o de la forma que nosotros consideramos debiera ser; 
  • o el trato “inadecuado” (o “deshumanizado”, “impersonal”) por parte de quien está al otro lado;? Etc…
Creo que estas reflexiones nos permiten darnos cuenta de ese primer aspecto básico de la gestión de nuestras alteraciones emocionales:
  •  Qué me afecta?
  •  Cómo me afecta?
  •  Por qué me afecta así?


Y vamos a acabar este capítulo con algunas reflexiones relativas al ejemplo 5) que he puesto anteriormente: Situaciones prolongadas y profundas de desánimo o desesperanza, como las habituales en personas que no encuentran trabajo

Trabajo cada semana con personas en esta situación y puedo aseguraros que son situaciones, estados de ánimo, dificilísimos de reconducir, porque partimos de una “realidad objetiva” a la que es muy difícil contraponer que los problemas emocionales están en el interior de uno mismo y no en el exterior. Es muy difícil poder hacer que estas personas consideren que “lo que sufren” no es  “lo lógico” por su falta de trabajo, sino por lo que están pensando.

¿Tienen “justificadas razones” estas personas para sufrir como sufren? ¡¡Cómo negarlo a quien cada noche mira a los ojos de su familia y observa el abismo de su pesar; o ve sus cuerpos adelgazados por la insuficiencia de alimentación, o incluso enfermizos por la falta de medicamentos; o los ajados vestidos de cada día porque no hay posibilidad de renovar el vestuario; o su propia vida pasada de éxitos profesionales que hoy nadie parece valorar?!!!  ¡¡Claro que tienen razones para sufrir como están sufriendo!!; pero….

…¿Os habéis dado cuenta que en todas esas  “razones” no aparece para nada  “estar sin empleo” que es la causa de todo lo anterior? ¿Creéis que la solución emocional de esta persona sería darle cada día el dinero que necesitase para poder llevar alimentos, comida y vestido a su familia? 
Muy probablemente muchos pensaréis que sí es así, y por eso existe la Caridad y las ONG’s;  pero -incluso para los que penséis así- ¿sería mejor solución que estas personas encontrasen el trabajo que desean?. ¿Hacia dónde, pues, debe encaminarse las acciones de regulación emocional: hacia las del enfoque caritativo o hacia las de logro de empleo? (el cómo, y facilidad para lograr unas u otras es otra cuestión distinta a la concierne a este curso)


Os he planteado muchas preguntas en este capítulo porque creo que es importante que pensemos sobre ellas para comprender realmente la esencia de lo que significa "Autorregulación Emocional".
La idea básica de este capítulo es pues que una “alteración emocional” no es más que el resultado de “envolver” un hecho real en un contexto añadido de pensamientos y sentimientos al respecto, y que para encontrar el camino adecuado de su reconducción debemos conocer y separar muy bien unos de otros. Difícilmente aplicaremos adecuadamente unas herramientas y unas estrategias, si desenfocamos sobre qué tenemos que aplicarlas.

  














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