BLOG COMPLEMENTARIO

17 may 2015

3104.- LA ATRIBUCIÓN DE RESPONSABILIDAD





Hemos ido viendo a lo largo de los tres primeros capítulos de esta Sección 31 que el principal factor para una adecuada resolución de nuestras alteraciones emocionales es partir de una justa y correcta atribución de responsabilidad de lo que nos pasa; lo que denominamos el “Locus de Control”. 

Si “lo malo” que nos pasa lo atribuimos a causas externas,  "a los demás”, difícilmente vamos a generar nosotros mismos nuestras herramientas de “auto”-regulación.

En este capítulo vamos a profundizar un poco más en estos conceptos


En la imagen siguiente trato de expresar el punto de partida del guión de la reflexión que debemos realizar sobre nuestra forma de atribuir la responsabilidad de lo que sentimos, de lo que altera nuestra emocionalidad.

En esta imagen propongo tres posibles “agentes” de lo que nos pasa: “las cosas” que suceden; “los otros”, o “nosotros mismos”; y dos grupos de hechos o acciones que denomino

  •  “Incidencias”, como algo “externo” que nos sucede,
  •   y nuestro propio comportamiento, en el cual distingo tres niveles de causalidad: nuestros pensamientos previos, nuestras acciones (iniciales), o nuestras reacciones posteriores.

Y os propongo que para comprender mejor este planteamiento tratéis de realizar un pequeño ejercicio.


Se trata de que os construyáis una hoja con cuatro columnas, la última de las cuales a su vez se divide en 2. Y con las líneas horizontales que os apetezca.

En en la primera columna debéis especificar aquellas situaciones que os alteran emocionalmente con mayor frecuencia, o aquellas que -aunque más esporádicas- las sufrís con una afectación que vosotros mismos la consideráis excesiva y claramente molesta

En la segunda columna, “Frecuencia”, la expresáis como mejor la entandáis vosotros mismos: cada día, mucha veces, poco, a menudo, alta, media ….

En la tercera, el sentimiento o estado de ánimo que os produce (Parte Primera de este Curso)

Y, la cuarta columna, que se divide en dos, hay que rellenarla de la siguiente forma:

  • En la primera columnita (beig) hay que poner dos grupos de letras: el primero: HP, MF o MD, según los significados que ahí explico; y el segundo la letra O, Y ó N, según la atribución de “agente” (ver más arriba) que demos a ese suceso
  • En la segunda columna (coloreada de verde) debierais expresar, con vuestras propias palabras, la causa de esa situación desde la perspectiva de responsabilización. En esta imagen figuran algunas expresiones de ejemplo.

Para facilitaros una mejor comprensión de este cuadro, os pongo una imagen de una posible cumplimentación del mismo.


Como podéis observar, la última columna está rellenada con expresiones distintas a las que se proponían como ejemplo. Esto es para que veáis que lo importante es que contactéis con vuestro interior, con vuestra forma se pensar-sentir.


En el plano de la psicología y de la sociología, se emplea con carácter bastante general el vocablo “adversidad” para calificar a esos hechos o situaciones contrarios a nuestros deseos, u objetivos, y que nos producen sentimientos evidentes de malestar, rabia, o desesperación. 

Desde un punto de vista del lenguaje, la adversidad se equipara al infortunio, mala pata, accidente, percance, chasco, desventura, etc….pero siempre en unas dimensiones objetivas: de algo que sucede, y que puede suceder de forma aleatoria a cualquiera. No es normal que alguien diga que “tiene” adversidad.

Sin embargo, a ello se contrapone la expresión “tener mala suerte”, que siempre se vive como algo personal; como algo que  “solo nos pasa a nosotros”. Y es esta concepción de la adversidad, esta forma de personalizar los meros hechos externos y aleatorios lo que provoca el estado de malestar al que debemos enfrentarnos.

Hay estudiosos de estos temas (racionalistas y probabilistas) que propugnan que el concepto “mala suerte” es incorrecto; no debe existir. El concepto “suerte” es siempre de carácter positivo; y definen la suerte como “el acaecimiento de un suceso de poca o escasa probabilidad de suceder”. Por tanto, algunas personas debieran sentirse dichosas por “la suerte” de que les pase algo que difícilmente pasa. El ejemplo típico es el de los juegos de azar: lotería, ruleta, etc… Para estos autores la gente no  “debe sufrir” porque no les toque….porque es lo que normalmente va a suceder a la mayoría de las personas; sino que, aquel a quien le toque sí debiera sentir especialmente alegre y sorprendido por lo que le ha sucedido”

Ante este ejemplo, los opuestos a esta teoría argumentan con el ejemplo del que va caminando tranquilamente por la calle y de repente le cae un ladrillo y le mata; ¿no se puede decir en este caso que esta persona ha tenido muy mala suerte?. 
Sin extenderme demasiado en las argumentaciones y contra-argumentaciones de unos y otros, me voy a limitar a exponer la respuesta común que suelen dar a este caso los racionalistas-probabilistas:

  • que de edificios altos (viejos, en obras, con viento, etc…) (o árboles)  caigan cosas abajo es totalmente normal.

  • que por debajo de esos edificios paseen gente, o los eviten, es normal

  • que por causa de la altura los objetos que puedan caer puedan causar heridas o la muerte a alguien, es normal
  • … por tanto –argumentan- cada una de las cientos y miles de veces que cada uno de nosotros pasamos por debajo de alguna de esas circunstancias y nunca nos ha caído nada no es más que buena suerte

Como digo, no es cuestión de que nos pasemos el día discutiendo estos ejemplos; lo que sí considero importante es que seamos capaces de distinguir los que son meros hechos externos, de azar, y la atribución del “sino” a nuestras espaldas como un corsé del que no podemos evadirnos.


Comienza este artículo con una ilustración de una estatua haciéndose a sí misma junto a un títere de marioneta que se mueve por los hilos que maneja alguien externo

Vivir pensando en el “fatalismo” o  “sino” como condicionante de nuestra vida nos lleva a vivir continuamente bajo el  “pre-juicio” de que lo que nos sucede es “porque nos lo merecemos”, o  “todo es injusto”, “no hay derecho a que me pase esto”, lo que nos llevaría a una situación emocional continua de rabia, odio o impotencia

Todo lo que nos sucede son  “hechos”; le pueden pasar a cualquiera…. que actúe como nosotros actuamos:

  •  Si hay una obra podemos rodearla, o pasar por abajo; a todos los que la rodeen, o a todos los que pasen por abajo, les puede pasar lo mismo

  •  Si hay anunciadas grandes nevadas, nos puede coger una en la carretera. Los que lleven cadenas, o los que no las lleven, pueden estar en idénticas situaciones de peligro o tranquilidad

  • Si tenemos un examen dentro de 8 días, aquellos que preparen el examen, y los otros que no lo preparen, tendrán cada uno sus respectivas probabilidades de aprobar o suspender.


Como dice el refrán: “A Dios rogando, y con el mazo dando”

O, como dicen los técnicos: La suerte no es más que aquello que sucede fuera de nuestro propio control, o  “el resultado de la preparación y la oportunidad”

Por tanto, y para acabar, hagamos énfasis en este concepto fundamental de la “autorregulación emocional”: “Sólo podemos actuar sobre lo que depende de nosotros; pero no solo en acciones, sino también en pensamientos y sentimientos” Resulta pues inútil e insano centrarnos y dar la importancia que no tiene a las cosas que  “simplemente suceden”

















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